miércoles, 2 de julio de 2008

La santidad de la propiedad privada

Estoy dando mis primeros pininos en esto de los blogs, con algo de ayuda he creado este espacio para compartir con el amable lector mis ideas, experiencia y lecciones de vida. Sin más preámbulo, presento como primer escrito el estracto de una carta que envié a un articulista que laborta en www.desdemitrinchera.com.


...Ya llegados al tema que usted ha hecho conocer a otros articulistas destacados de Desde mi Trinchera, yo debo destacar que usted no define que es la "dignidad humana" y no define como ciertas herramientas benefician a este concepto. Yo sí definiré conceptos, la dignidad humana es el estado ideal que cada individuo ostenta cuando su libertad es respetada, cuando su vida no está en más riesgo que el que todos afrontamos por la naturaleza y no por la acción perversa de otros y cuando el fruto del esfuerzo personal, la propiedad, de la que existe una sola forma: la individual, no se encuentra a merced de la acción coactiva de otros. Esa es, en definitiva, la dignidad humana: libertad con responsabilidad, respeto a la vida desde su concepción y respeto a la propiedad sin condiciones.

Definiendo al mercado, llegaríamos a la conclusión de que este no es otra cosa que una suma amorfa de individuos (que no coincide con una etnia, nación o raza) con diversas formas de ver la vida, con diversos gustos y preferencias, y por ende con diversas valoraciones sobre objetos, conocimientos y situaciones. Estas valoraciones implican ciertas necesidades en diversos órdenes particulares de prioridades y por ende una demanda así como una correspondiente oferta que busca hacerle frente para solucionarla. El mercado es la suma de estos factores donde el primordial es el individuo mismo y su facultad valorativa, pero para que el ciudadano-individuo tenga capacidad de valorar debe pues, estar en libertad de hacerlo y de actuar en consecuencia con el sólo límite de reconocer y respetar los mismos derechos en sus semejantes.

Yo quisiera que los especialistas que usted ha mencionado, y que seguramente por sus estudios de postgrado habrán de haber cursado filosofía, evaluen el alcance real y el trasfondo de sus artículos. En efecto me gustaría que ese análisis se realice y hasta se publique, que se devele cuales son las reales intenciones del articulista. Porque al menos para mi, ha quedado claro cual es su trabajo señor Alvarado, su trabajo es entrar a las fuentes de las que los ex-lectores de El Telégrafo se nutren y ensuciarlas (hoy el diario porteño es vilmente usurpado por lacayos gubernamentales en casi todos los casos). Su trabajo no es nuevo, así fue como se tomaron la educación pública, primero relativizando todo el compendio de moral y ética que se impartía, subvirtiéndolo después y liquidándolo hasta no existir resquicio. Las armas son las mismas: la relativización de la ética y la moral, y la apología de la irracionalidad; no prestar oídos a la razón tras los datos, los experimentos y los modelos científicos; reemplazar el derecho de gentes por las demandas sin base, reemplazar lo correcto por lo facil, reemplazar la justicia basada en hechos por la "justicia social" basada en probabilidades y ficciones.

Usted no exige una regulación bancaria pero exige que "alguien haga algo" y de ese "algo" se ocuparán después los activistas, los políticos y los funcionarios públicos. Usted nos alerta de un problema y exige que alguien haga algo, y ese "alguien" es el Estado burocrático y ese "algo" son las regulaciones y los impuestos, así se escucha en casi todos los medios cuando el periodista finaliza su reportaje diciendo "se necesitan políticas públicas para solucionar esto" ó "es necesaria la presencia del gobierno para esto", periodistas marxistas o periodistas sin una formación en valores que sólo repiten lo que en clase a prendieron del profesor marxista. Volviendo a usted, usted hace el mismo papel que el periodista de ejemplo, sin declararse socialista usted habrá logrado que el Estado aumente de tamaño para convertirse más en una U.R.S.S. cuando algún politiquero recoja y aplique su demanda.

Se creería que es un detalle pero no lo es, el uso de los lugares comunes es un arma poderosa de los comunistas. Fíjese -y reitero- en la frase de uno de sus artículos: "No te dejes convencer por la farsa del confort y el consumismo" Esta frase devela con quién y contra quién está usted.

Develar el mensaje escondido no es difícil, develemos pues su estrategia plasmada en sus frases. El confort es una búsqueda legítima del ser humano que desea pasar de una situación mala a una menos mala o a una mucho mejor, mandar al tacho de la basura la búsqueda de confort es mandar al diablo a lo que nos hace ser humanos: buscar la felicidad propia y la de nuestros semejantes. Por otra parte, denostar al consumismo es atacar la actividad legítima de adquirir productos que buscan llenar una necesidad (y lograr así satisfacción), por superficial que le parezca a usted las diversas necesidades humanas. Pero atacar al consumo va más allá, porque antes de consumir habrá de producirse algo para ser consumido mediante una actividad productiva, de manera que un ataque al consumo es extensivo como ataque hacia la empresa (cualquier forma de empresa), y la empresa es una institución nacida de la propiedad privada y de la tenacidad de los hombres que toman riesgos y oportunidades para lucrar satisfaciendo necesidades de los demás. Su ataque al consumo y a la búsqueda de la felicidad es entonces un ataque a la naturaleza humana, a la libertad de actuar, a la propiedad privada, a la empresa y por ende también es un ataque a las actividades empresariales como el comercio, la industria, la educación, los servicios, la banca, etc.

Develada queda la infiltración comunista en Desdemitrinchera.com y más ampliamente en los medios de comunicación y websites conservadores-liberales.

1 comentario:

Jorge Obando dijo...

Doctor Andrade que bueno saber de usted y que ya tenga su blog, gracias por su guía en estos temas.

Precisamente he publicado hoy un video sobre la bioremediación de minas. La propiedad es importante como derecho fundamental, por eso las leyes deben proteger las inversiones mineras pero también la propiedad de los comuneros cercanos. No hay contradicción entre ambos fines, por ende puede convivir la minería con la actividad campesina. Saludos